Es normal sentir que las condiciones están dadas en un formato negativo para determinados proyectos y después surja una frustración casi incontrolable.
Durante el transcurso de mi emprendimiento he transitado por múltiples decisiones de vida que me han quitado lo que más quería. Perder a mi ex pareja (la última en mi vida emocional con la que duré más de 3 años y recorrí Europa haciendo nomadismo digital), dejar de trabajar en una de las casas de diseño de estrategias políticas más importantes del país (siendo que amo impulsar la transformación social creativa por las vías democráticas, electorales y de legislación), tener que estar emigrando constantemente en búsqueda de entornos de innovación adecuados para mi perfil, y sobre todo comprender la resilencia en la soledad.
A pesar de todo ello comprendo que tener la oportunidad de convertirme en un nómada digital es prácticamente el reto que debo afrontar con integridad.
Hoy en día me encuentro en un bootcamp en Xalapa, Veracruz, donde el programa de contenidos que nos dotan es sencillamente fenomenal, facilitadores(as) de talla internacional que se han formado en universidades de primer mundo, y se han desempeñado en espacios de innovación como el Sillicon Valley. Lo cual me tiene seriamente comprometido con mi presente y futuro.
Sin embargo me he topado con que mi perfil debe regresar a sí mismo, retornar a mis inicios de imaginación, innovación e incubación para poder terminar el bootcamp. Durante mi trayecto practicando la religión del startupismo he leído más de 100 proyectos con alto grado de innovación que incluso rayan en la disrupción total. Sin embargo me he encontrado con dificultades para validar mi problema – solución de mercado disruptiva en el bootcamp.
Ya dicho todo lo anterior considero que cuando las puertas están por cerrarse es preciso sacar todas las fuerzas de antaño, convocar las energías más creativas y dar la cara de frente a los retos más asiduos de perfiles con alta influencia en los ecosistemas de innovación donde te encuentres.
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